En un momento de tremenda inquietud, en
el que nuestras vidas parecen encontrarse en un extraño suspenso, la aparición
de nuevos trabajos discográficos es una de las mejores noticias que podemos
recibir. A falta de vacunas y tratamientos, la tan ansiada libertad pasa por
poder deslizar la aguja por los surcos y sentir que nada ha cambiado, que los
tres viejos acordes y el olor a plástico todavía son capaces de erizarnos la
piel. En medio de todo este caos, me tranquiliza saber que hay gente creando,
idealistas borrachos de un necesario, ahora más que nunca, romanticismo,
puliendo sueños y bruñendo sonrisas. La tan denostada cultura sale, una vez
más, al rescate de miles de almas perdidas y la música vuelve a ser la mejor de
las brújulas en un mundo desnortado. Esa llamada (a veces con desprecio y
clasismo) industria del entretenimiento le planta cara a la más gris de las
realidades imaginables, gritando con rabia y convicción que aquí no se para.
Las pequeñas discográficas, los sellos independientes y sus bandas están dando
un ejemplo de dignidad en el que quizás sea el contexto más adverso para sacar
un disco. Pero claro, esto no va de dinero, aquí hay en juego algo muy
diferente, algo que difícilmente podrán entender los pseudoartistas que se
lamen las heridas versionando el estomagante “Resistiré”. Ustedes son
inteligentes y seguro que no hace falta que se lo aclare pero, por si hay algún
despistado en la sala, les voy a ilustrar con un magnífico ejemplo, tomen nota.
KOTJ Records, Snap!!! y H-Records lanzan
una OPA hostil contra el aburrimiento y la mediocridad, dando forma de vinilo
al nuevo disco de Bang 74; sin olvidarnos de Rock Indiana, que se encarga de la
edición en CD. Esta colosal unión de fuerzas ha servido para materializar el primer
trabajo de la banda de Ferrol en 7 años. Demasiados años de silencio
discográfico, que han quedado reducidos a cenizas por un LP soberbio, un
ejemplo de cómo la energía ni se crea ni se destruye, se transforma en melodía.
No debería sorprendernos el nivel de “Let It Drift”, segundo largo de Bang 74,
ya que esta banda formada en 2006 venía dando lecciones de clase desde su
primer sencillo, algo que corroborarían con el excelente EP “Three Kids” en
2009 y con las dos versiones (The Now y Rocky Erickson) que grabarían en 2012
para Rufus en un nuevo single; el LP “Hi-Flying Dreams” (Rufus Recordings, 2013),
contribuiría a sentar, de manera definitiva, las bases del sonido de este trío.
Fran Millarengo (bajo), Óscar Millarengo (batería) y Cristóbal Veiga (guitarra
y voz) se han enfundado el mono de trabajo y han limpiado el material
quirúrgico con el que dan forma a sus canciones: precisión, mimo y talento al
servicio de la melodía. En los albores de su carrera, hace ya tres lustros, los
referentes de Bang 74 estaban claros, era inevitable citar el power pop y el
punk rock como sus mayores influencias, sin olvidar la querencia de este trío
por las guitarras australianas, ese punto de high energy marca de la casa. Pero
lo que ya se vislumbraba en su primer LP es ahora una realidad palpable en
varias de las canciones de “Let It Drift”, que viran hacia un pop de raigambre
60’s y regusto psicodélico. La gran virtud de este trío ferrolano es que ese
golpe de timón se produce sin perder ni un ápice de su pegada, consiguiendo que
la energía no se diluya entre la melodía.
El ideario sonoro de Bang 74 se resume
en los 3 minutos y 3 segundos que dura “Almighty Fuse”. El corte con el que se
abre este “Let It Drift” es una colisión entre lo mejor de The Who y de Cheap
Trick, lucha de poderes que da como resultado un fuerte seísmo en forma de
canción redonda, sin fisuras. La búsqueda de la canción perfecta, que impulsa a
los cazatesoros del pop de muchos quilates, está presente a lo largo de este
LP, con episodios memorables como “All Straight Ahead”, uno de mis pasajes
favoritos del álbum, donde la garra se viste de gala; como diría Lori Williams
en “Faster, Pussycat! Kill!! Kill!!”: Como un guante de seda forjado en hierro.
“Jungle Pam” es otra delicia, que podría haber firmado el Costello más cabreado
e irreverente, y en la que las armonías vocales, herederas de los 60, encajan
perfectamente con riffs de guitarra que parecen paridos en las Antípodas. “Along
The Way” es un excelente medio tiempo, con un breve interludio en forma de
guitarras lisérgicas que lo hacen irresistible. Parecido camino es el que
recorre “Out Of Fashion”, que aporta unas seis cuerdas que huelen a pólvora en
mitad de una canción que rezuma melancolía, enriqueciéndola además con un piano
que nos recuerda al rock’n’roll de formaciones escandinavas como Diamond Dogs.
“The Park Of The Peacocks” es puro pop de esencias 60’s, la puerta a través de
la cual se cuela libremente la psicodelia en “Let It Drift”. Magia. No es
casualidad que el siguiente corte se titule “Back To The Wild”, una canción que
retoma la senda del disco, aunque introduciendo elementos diferenciadores, como
una steel guitar; por si aún no se habían dado cuenta, “Let It Drift” es un LP
de detalles, de una sutileza sólo apta para los oídos de quien se sienta a
disfrutar de un disco con los cinco sentidos. “Drifting” es un nuevo ejemplo de
la habilidad que tiene este trío a la hora de poner cada pieza del puzle en su
lugar, un in crescendo de potencia
que lejos de desbocarse siempre está al servicio de la melodía. Bravo. Mayor
contención se produce en “Eager To Burn”, con unas guitarras medidas al
milímetro, que arropan, pero sin tapar, la vigorosa voz de Cristóbal, y con un
gran trabajo de armonías vocales que le da cuerpo a la canción. El décimo corte
del disco, “Those Heartless Things”, tira de punk rock, pero siempre con esa
musicalidad y ese gusto por el detalle que son el sello personal de Bang 74.
Esa frescura y esa vitalidad también se desatan en “One More Round For The
Captain”, menos de dos minutos de power pop afilado y adictivo. Finalmente, el
rock desértico y lisérgico de “Thru’ The Desert” es el que sirve para bajar el
telón de un disco notable, una canción que vuelve a coquetear con la psicodelia
(didgeridoo incluido), envolviéndola en unas guitarras que son high energy en
esencia pura.
Ojalá cuando usted lea estas humildes
notas, palabras como virus, pandemia o confinamiento sean sólo el vago recuerdo
de un mal trago y pueda dedicarse a disfrutar de este disco sin nada que
contamine esa experiencia. Pero tenga siempre presente en qué condiciones se ha
editado y valore también la audacia de todos los que lo pusieron en circulación
en un momento tan complicado: los propios músicos, diseñadores, los sellos, los
distribuidores, tiendas, emisoras de radio, prensa escrita… Todo un engranaje
musical y cultural necesario que merece, ahora más que nunca, respeto, apoyo y
reconocimiento. “Let It Drift” ha conseguido sacar la cabeza en un parto
difícil, ha sido una gestación larga que ha servido para madurar, con paciencia
y grandes dosis de talento, una brillante colección de canciones que deberían
figurar entre lo mejor de la cosecha nacional de este agitado 2020. Todavía
estamos a tiempo de cambiarle la cara a este año cruel y desconsiderado, y lo
haremos a base de música como la que desprenden estas doce canciones, no les quepa
duda; no vale parar, amigos, nosotros no resistimos, nosotros peleamos. (Binguero 2020)
1 comentario:
Fenomenal Disco...��
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