Llevo semanas absorto viendo girar este disco a la vez que los sonidos circulan a través de mis oídos dando una vuelta más de tuerca a mis malogradas neuronas. Desde que lo puse por primera vez en el giradiscos y el tema que abre y da título al álbum “I need action” disparó sus primeros acordes me quedé en estado hipnótico por esa fusión perfecta entre los americanos Music Machine y los británicos The Action. Aun, sin lograr recuperarme de esas guitarras escupiendo fuzz y pasajes psicodélicos llenos de contundencia, aparece un cuadriculado, pero lleno de matices “Girl, what is wrong with you?”. La visceral lectura del tema de Billy Childish que sirvió como presentación de este disco en su single, con ese tajante “Tú me quieres matar” que más de uno tarareamos, y única versión, por otro lado, del disco con el homenaje a esa estirpe de zoquetes que fueron, son y serán The Headcoats . Cuando arranca “Spiral Eyes” ya no hay nada que hacer, caigo rendido a sus pies mientras el recuerdo de unos primerizos Lime Spiders me sacude la memoria al escuchar y sentir las guitarras de Mr. Chamarro. Uno de esos temas que locos por la música como yo apuntan de por vida en el subconsciente. La base rítmica a cargo de Pablo & Pablo funciona a la perfección y da juego a un endemoniado Shima a las voces, mientras las seis cuerdas crean otra historia aparte, sobrevolando sobre “My girlfriend is a vamp” que da paso el desfasado “Jungle Dance” entonado en castellano en donde no falta ni el mismísimo Johnny Weissmuller. La cara b combustiona nada más que el diamante araña el plástico sobre “Just count it”, un tema que perfectamente podría haber estado en el “Inside Out” de los trabajadores milagrosos. Éste, deja sitio a un aplastante “The Lizard” con Shima mascando palabras en castellano e inglés alternativamente, trayendo de nuevo grandes nombres a mi cabeza cuando las guitarras de “I wanna kill you baby” evocan al maestro Link Wray. Se marcan un pepinazo de punk rock que te dejan tiritando en “Sayonara Bye Bye” que me inyecto en vena reiteradamente como cuando era un quinceañero, alucinado con alguna canción que me volvía de vuelta y media. Este debut en formato largo se cierra con dos certeros disparos, “Right time” con un fuzz magistral con la sombra de los hermanos Asheton muy presente por momentos y un “Pretty girl” que se adueña de tus pies a ritmo de rock and roll de verdad. Una larga duración, que manipulado por Jorge Explosión en su laboratorio de sonido y grandiosamente ilustrado por Mik Baro hacen de este “I need action” un disco que no te dejará indiferente ni por dentro ni por fuera. Además, con la garantía que da el aterrizar de la mano de Family Spree como no podía ser de otra manera. (Oscarkotj-2020)
En un momento de tremenda inquietud, en
el que nuestras vidas parecen encontrarse en un extraño suspenso, la aparición
de nuevos trabajos discográficos es una de las mejores noticias que podemos
recibir. A falta de vacunas y tratamientos, la tan ansiada libertad pasa por
poder deslizar la aguja por los surcos y sentir que nada ha cambiado, que los
tres viejos acordes y el olor a plástico todavía son capaces de erizarnos la
piel. En medio de todo este caos, me tranquiliza saber que hay gente creando,
idealistas borrachos de un necesario, ahora más que nunca, romanticismo,
puliendo sueños y bruñendo sonrisas. La tan denostada cultura sale, una vez
más, al rescate de miles de almas perdidas y la música vuelve a ser la mejor de
las brújulas en un mundo desnortado. Esa llamada (a veces con desprecio y
clasismo) industria del entretenimiento le planta cara a la más gris de las
realidades imaginables, gritando con rabia y convicción que aquí no se para.
Las pequeñas discográficas, los sellos independientes y sus bandas están dando
un ejemplo de dignidad en el que quizás sea el contexto más adverso para sacar
un disco. Pero claro, esto no va de dinero, aquí hay en juego algo muy
diferente, algo que difícilmente podrán entender los pseudoartistas que se
lamen las heridas versionando el estomagante “Resistiré”. Ustedes son
inteligentes y seguro que no hace falta que se lo aclare pero, por si hay algún
despistado en la sala, les voy a ilustrar con un magnífico ejemplo, tomen nota.
KOTJ Records, Snap!!! y H-Records lanzan
una OPA hostil contra el aburrimiento y la mediocridad, dando forma de vinilo
al nuevo disco de Bang 74; sin olvidarnos de Rock Indiana, que se encarga de la
edición en CD. Esta colosal unión de fuerzas ha servido para materializar el primer
trabajo de la banda de Ferrol en 7 años. Demasiados años de silencio
discográfico, que han quedado reducidos a cenizas por un LP soberbio, un
ejemplo de cómo la energía ni se crea ni se destruye, se transforma en melodía.
No debería sorprendernos el nivel de “Let It Drift”, segundo largo de Bang 74,
ya que esta banda formada en 2006 venía dando lecciones de clase desde su
primer sencillo, algo que corroborarían con el excelente EP “Three Kids” en
2009 y con las dos versiones (The Now y Rocky Erickson) que grabarían en 2012
para Rufus en un nuevo single; el LP “Hi-Flying Dreams” (Rufus Recordings, 2013),
contribuiría a sentar, de manera definitiva, las bases del sonido de este trío.
Fran Millarengo (bajo), Óscar Millarengo (batería) y Cristóbal Veiga (guitarra
y voz) se han enfundado el mono de trabajo y han limpiado el material
quirúrgico con el que dan forma a sus canciones: precisión, mimo y talento al
servicio de la melodía. En los albores de su carrera, hace ya tres lustros, los
referentes de Bang 74 estaban claros, era inevitable citar el power pop y el
punk rock como sus mayores influencias, sin olvidar la querencia de este trío
por las guitarras australianas, ese punto de high energy marca de la casa. Pero
lo que ya se vislumbraba en su primer LP es ahora una realidad palpable en
varias de las canciones de “Let It Drift”, que viran hacia un pop de raigambre
60’s y regusto psicodélico. La gran virtud de este trío ferrolano es que ese
golpe de timón se produce sin perder ni un ápice de su pegada, consiguiendo que
la energía no se diluya entre la melodía.
El ideario sonoro de Bang 74 se resume
en los 3 minutos y 3 segundos que dura “Almighty Fuse”. El corte con el que se
abre este “Let It Drift” es una colisión entre lo mejor de The Who y de Cheap
Trick, lucha de poderes que da como resultado un fuerte seísmo en forma de
canción redonda, sin fisuras. La búsqueda de la canción perfecta, que impulsa a
los cazatesoros del pop de muchos quilates, está presente a lo largo de este
LP, con episodios memorables como “All Straight Ahead”, uno de mis pasajes
favoritos del álbum, donde la garra se viste de gala; como diría Lori Williams
en “Faster, Pussycat! Kill!! Kill!!”: Como un guante de seda forjado en hierro.
“Jungle Pam” es otra delicia, que podría haber firmado el Costello más cabreado
e irreverente, y en la que las armonías vocales, herederas de los 60, encajan
perfectamente con riffs de guitarra que parecen paridos en las Antípodas. “Along
The Way” es un excelente medio tiempo, con un breve interludio en forma de
guitarras lisérgicas que lo hacen irresistible. Parecido camino es el que
recorre “Out Of Fashion”, que aporta unas seis cuerdas que huelen a pólvora en
mitad de una canción que rezuma melancolía, enriqueciéndola además con un piano
que nos recuerda al rock’n’roll de formaciones escandinavas como Diamond Dogs.
“The Park Of The Peacocks” es puro pop de esencias 60’s, la puerta a través de
la cual se cuela libremente la psicodelia en “Let It Drift”. Magia. No es
casualidad que el siguiente corte se titule “Back To The Wild”, una canción que
retoma la senda del disco, aunque introduciendo elementos diferenciadores, como
una steel guitar; por si aún no se habían dado cuenta, “Let It Drift” es un LP
de detalles, de una sutileza sólo apta para los oídos de quien se sienta a
disfrutar de un disco con los cinco sentidos. “Drifting” es un nuevo ejemplo de
la habilidad que tiene este trío a la hora de poner cada pieza del puzle en su
lugar, un in crescendo de potencia
que lejos de desbocarse siempre está al servicio de la melodía. Bravo. Mayor
contención se produce en “Eager To Burn”, con unas guitarras medidas al
milímetro, que arropan, pero sin tapar, la vigorosa voz de Cristóbal, y con un
gran trabajo de armonías vocales que le da cuerpo a la canción. El décimo corte
del disco, “Those Heartless Things”, tira de punk rock, pero siempre con esa
musicalidad y ese gusto por el detalle que son el sello personal de Bang 74.
Esa frescura y esa vitalidad también se desatan en “One More Round For The
Captain”, menos de dos minutos de power pop afilado y adictivo. Finalmente, el
rock desértico y lisérgico de “Thru’ The Desert” es el que sirve para bajar el
telón de un disco notable, una canción que vuelve a coquetear con la psicodelia
(didgeridoo incluido), envolviéndola en unas guitarras que son high energy en
esencia pura.
Ojalá cuando usted lea estas humildes
notas, palabras como virus, pandemia o confinamiento sean sólo el vago recuerdo
de un mal trago y pueda dedicarse a disfrutar de este disco sin nada que
contamine esa experiencia. Pero tenga siempre presente en qué condiciones se ha
editado y valore también la audacia de todos los que lo pusieron en circulación
en un momento tan complicado: los propios músicos, diseñadores, los sellos, los
distribuidores, tiendas, emisoras de radio, prensa escrita… Todo un engranaje
musical y cultural necesario que merece, ahora más que nunca, respeto, apoyo y
reconocimiento. “Let It Drift” ha conseguido sacar la cabeza en un parto
difícil, ha sido una gestación larga que ha servido para madurar, con paciencia
y grandes dosis de talento, una brillante colección de canciones que deberían
figurar entre lo mejor de la cosecha nacional de este agitado 2020. Todavía
estamos a tiempo de cambiarle la cara a este año cruel y desconsiderado, y lo
haremos a base de música como la que desprenden estas doce canciones, no les quepa
duda; no vale parar, amigos, nosotros no resistimos, nosotros peleamos. (Binguero 2020)
En la segunda mitad
de la década de los 80’s compré la primera copia de este álbum y en estos días
reincido y ya atesoro seis versiones diferentes de un disco que, evidentemente,
no ha pasado desapercibido en mi vida, ni entonces ni ahora.
Pongo la rodaja naranja
sobre el plato y cuando se escucha como se acercan los primeros acordes de
guitarra y órgano de “Don’t give it up now” un chispazo sacude mi
memoria. Este himno es pura magia que hace que se te mueva el suelo sobre el
que pisas, un sonido crudo que rezuma por los altavoces mientras miro la
contraportada y me imagino a este cuarteto ensayando en algún sótano de Boston,
desde luego, un tema que sirve de presentación a un álbum único.
Cuando suena “Help
you Ann”, la mejor canción de garage escrita en aquellos años y,
posiblemente, en las décadas venideras, esa extraña sensación de plenitud
te envuelve. El órgano te marca el ritmo, el tremolo te sacude las
neuronas y el solo de guitarra se Danny McCormack se queda grabado en la
memoria de por vida. Tras semejante animalada se lanzan a tumba abierta con el
“I Confess” un tema en donde nos hacen interesarnos por The New Colony Six,
banda que firmó esta maravilla en 1965 y que aun hoy en día
en manos de Jeff Conolly sigue sonando como una bomba al igual que el “I’m
tellin’ you girl” que da paso a una espectacular versión del “Love me till the
sun shines” de los Kinks que mantiene el espíritu de los hermanos Davies desde
el otro lado del charco un par de décadas después. Con ese magnífico sabor de
boca dejan otro clasicazo en este tugurio en donde acumulo plásticos con
surcos, un “I really want you right now” hipnótico, vibrante y con una banda en
estado de gracia que dejan una cara A por la que vender tu alma al diablo.
La cara b la abren
de nuevo con los hermanos Davies revisados. Si anteriormente se había metido
con un tema de Dave ahora le toca a Ray y su “Tired of waiting” que de
nuevo brilla a un nivel por encima de el resto de bandas que se han atrevido
con algún tema de tan magnánimo grupo. “Dolly” es el resultado de esa
enfermiza pasión del Monoman por coleccionar discos de garage, un tema en donde
la guitarra echa fuego, el órgano retumba , mientras el bajo y la batería marca
un monolítico ritmo que da paso a un “Soapy” firmado en un oscuro single de
1965 por una banda llamada Mickey & the Clean Cuts. Sin dejar de rendir
homenaje a bandas oscuras se arrancan con otro temazo que parece firmado por
ellos y sin embargo ese “The way I feel about you” fue uno de los temas que
Peter Best tocaría con su combo tras ser despedido de los Beatles y que es otro
favorito en esta casa. Para cerrar este disco, “Not like the other one” que
contiene unas guitarras que no he podido olvidar y no he dejado de disfrutar en
estos últimos 35 años. Esta edición, además, contiene unas excelentes
notas a cargo del amigo Lenny Helsing, prensaje acojonante en vinilo de
180 gramos, sonido bestial y entre sus surcos una colección de canciones que me
robaron el alma. (Oscarkotj-2020)
Nuevo single del
trió británico que siguen dejando pequeños pildorazos de pop a cada nuevo disco
. Este single tiene dos caras A en toda regla, empezando con ese “Kisses are
history” que me toca la fibra, un medio tiempo que contiene toda las
inquietudes quinceañeras que perfectamente interpretaron los grupos de chicas
en los 60’s y que Matthew Julian ha sabido comprimir en esta
canción absolutamente maravillosa. En la cara AA “Number Seven” un chute de
power pop De los de nota que pide ser pinchado sin parar. Un disco de vuelta y
vuelta hasta pulir los surcos. (Oscarkotj-2020)
Soy
un tipo parco en palabras con gente con la que no tengo mucha confianza, un
estigma que llevo ya arrastrando medio siglo. Esto viene al hilo del
disco que ocupa esta entrada. Como cada día, se ojea el correo y esta
semana aparece un mensaje tan parco en palabras como mi persona, tan solo tres
datos: Primero que No Fix llega desde Ontario (Canadá), segundo que acaban de
auto grabarse, en pleno aislamiento, estos cuatro temas que pronto serán
editados en ep y por último, un enlace para escuchar los mencionados temas en
su bandcamp. No vacilo y accedo a esos cuatro disparos con un sonido de baja
producción que me sacude los oídos ya de entrada cuando “Get outta punk”
empieza a sonar, simple y contundente. Le secundan temas llenos de
urgencia, guitarras distorsionadas y sin mayor complicación como “Arm the
boys”. Pero es al soñar “Vicious Cycle” cuando la electricidad de las guitarras
vuelve a sacudirme frenéticamente las neuronas con esa mezcla infalible y aun
presente del Jeff Dahl Group con los Pagans. Reincidente, pincho
varias veces el tema que me teletransporta a años pasados desde el
primer guitarrazo. Cierra este single, hasta la fecha digital, “Big
Bopper” brutalidad en lo-fi soundque a muchos nos flipa. Busco información en la red, no localizo
nada sobre ellos, me resigno, y trato de saciar mi curiosidad escuchando los
otros trabajos que tienen puestos en el bandcamp. Gracias Matty M.
(Oscarkotj-2020)
Adelanto en forma de single de
lo que será el primer larga duración de los Braindrops. Agarran a los
monolíticos Thee Headcoats y les usurpan el “All my feelings denied” que
castellanizan como “Tú me quieres matar” en donde literalmente piden clemencia
sexual, todo ello con un sonido totalmente mimetizado al de las bandas de
Chatham que Jorge Explosión ha conseguido junto a la entrega de los madrileños.
En la cara b “Bakasawagi” con Carlos poseído por el espíritu de Link Wray, un
instrumental para abrir cualquier sesión de rock and roll sin dejar indiferente
a nadie y todo perfectamente vestido por la mano de Mik Baro. (Oscarkotj-2020)
Mi buen amigo Dave Crider me hace llegar el último single del que es su último proyecto desde hace años. DT’s, un combo que se prodiga poco tanto en bolos como en material prensado en estos últimos años, de hecho sus últimos trabajos datan de 2017 para Hidden Volume y Valley King Records. Dave a la guitarra y Diana a la voz vuelven a poner energía y alma en este single, un tributo a los holandeses Shocking Blue que pusieron el mundo a sus pies con el éxito “Venus” en 1969, un número 1 absoluto. Otro de los temas que Dt’s tenía en su repertorio de directo, de esos que están en la memoria de muchos de nosotros que indagamos un poco mas alla del “Venus”, es “Send me a postcard” que la banda de Bellingham defendía en directo con sobrada dignidad y que a los capos de Get Hip les encandilaba, por lo que les propusieron a Dave y compañía sacar esa versión en single. El resultado es esta nueva referencia de Get Hip que te sacude el cuerpo desde el primer riff de la telecaster de Dave a la vez que Diana mantiene el pulso a las voces de manera asombrosa y Patti Bell crea un ambiente intenso a la teclas consiguiendo que la sección rítmica no decaiga en ningún momento, dando como resultado una versión más que sobresaliente de este clásico menor. El single se completa con otra versión de los holandeses como es “Hello Darkness”, un medio tiempo con guitarras brillante, en donde Diana pone el listón mas alto aun de lo que nos tiene acostumbrados en una faceta un poco alejada del sonido de la banda. Todo este lujo bajo la supervisión de Jack Endino, dejando una pieza muy coleccionable en el particular curriculum de los Dt’s (Oscarkotj-2020)
!Que frikada mas maravillosa!
Alguna vez me había topado con este nombre en la red y las conjeturas que uno
puede llegar a hacer son infinitas. Tras muchas cintas grabadas y algún disco
pequeño, llega la hora de un diez pulgadas físico. Empiezo a unir cabos y veo
que llegan desde Rochester (NY), cuna de bandas que amamos en éste frenopático.
Éste quinteto se ha metido a grabarlo en Mirror Records y automáticamente
se me dispara la alarma y me vienen a la cabeza los discos de los Chesterfield
Kings y la cosa ya va cogiendo forma a la vez que su nuevo disco empieza a
sonar y esos sonidos me envuelven en una extraña mezcla de influencias que
hacen de este combo una apuesta diferente en donde palabrejas como "tropical trash, greasy
garage, dirty disco and party punk” tratan de definir lo que montan unos tipos
que se hacen llamar Mick Jigger, Wild Richards, Joey Gambino, Dick Marinara o
Dirty Sanchez entre otros muchos nombres. El disco se arranca con “Sleeper
Cell” y la banda te sumerge en una extraña película a golpe de cha cha cha,
donde el teclado marca
el guión mientras una voz en off modula frases como “I
smell trouble in your buttered breeze , bitch in a bubble , blister to
squeeze why don't you shake, and then give me a helium speech………..”
Cuando
“Ladies & Jellymen” suena, te vuelven a hipnotizar. El sonido de
órgano es arropado, en ésta ocasión, por las cuatro cuerdas y por
elegantes toques de guitarra, además de coros usurpados a las Shangri Las y es
entonces cuando ya tu cerebro te hace protagonista de otro guión en blanco y
negro en donde estos chicos ponen la banda sonora con un “i say aloha to my
freaks in the funnel of love,……” en modo de bienvenida a su particular
mundo. En ése al que también está invitado Tav Falco cuando, a golpe de tango cósmico,
interpretan “What a behind the veil” que da paso a “Panther Beat” un
instrumental de cantina marciana en donde las vibraciones exóticas son un
referente que está presente a lo largo de todo este álbum. Cada nuevo tema que
va sonando en el estéreo es un viaje que el escuchante va diseñando en su
subconsciente con títulos como “Yellow fever” que parece maquinado por el mismísimo
David Lynch, “Dirt Nap” que bien podría ser un mal sueño de Joe Meek y !como
no! “Tuff War” que es mi número uno personal en esta quinta
semana de confinamiento con los riffs marcianos de “Risky Bizness”
logrando un punto de conexión con mis venerados Man or astroman. Cierran con su
particular manera de interpretar rock and roll con otra piedra mágica de título
“Poison Pill” que dudo mucho bailen mis vecinos a las 8 de
esta tarde en su diaria cita vespertina. Adoro este disco que a cada nueva
escucha más me flipa del que solo han planchado 250 copias. (Oscarkotj-2020)
Adoro los grupos de chicas, y las bandas japonesas me pierden. Este es el segundo single de este trío que con una, mas que efectiva portada al uso, desbrozan dos temas con total entrega. Empieza con “Hey Boy” que atesora un fraseo de bajo enloquecido, guitarras cuadriculadas y mucha actitud. Siguen arañando el subconsciente cuando se foguean con todo ese clásico imbatible que es “Tallahassee Lassie” con el me han ganado de por vida.
El sello Bickerton ha lanzado una serie que me tiene loco en todos los aspectos. Para empezar esta dedicada a la escena de San Diego en los 80’s, para mi, especial a todas luces por ser la ciudad de donde salieron mis adorados Crawdaddys y mas tarde Tell Tale Hearts, bandas que sin duda marcaron mi norte musical. En segundo lugar las ediciones son en un formato que me fascina como son los 10” y con encartes llenos de fotos e historias contadas y narradas por alguien que estuvo y está en medio de la tormenta de una escena vibrante como es Bart Mendoza, que desde su apartamento lleno de cultura musical, gestiona cada volumen con meticuloso cuidado. El resultado puedes disfrutarlo en los dos primeros volúmenes que mas pronto que tarde acabaran siendo buscados por todos los consumidores de este tipo de sonidos.
El volumen 1 está dedicado, como no podía ser de otra manera, a la propia banda de Bart, Manual Scan que son de sobra conocidos por estas tierras gracias al sello Snap!! que en sus inicios recupera parte del legado de esta banda. Aquí nos encontramos con la primera maqueta grabada en 1982. Comienzan con “Plan of Action” tema que dio título a su primer ep (1983) pero que, sin embargo, no apareció en este si no en un flexi disco editado por F.A.B Records en donde se encontraba metido otro personaje a tener en cuenta como es Mark Le Gallez con su banda de entonces,The Risk. Las influencias de la banda quedaban muy claras y su imagen los delataba totalmente, jovencitos con fijación por la escena 60’s británica que reproducían con total pasión. El pop forma parte del adn de estos chicos que en temas como “New Diference” queda totalmente claro, dando paso a “American Way” o “The Bird” en tomas muy primerizas y llenas de magia. La cara b comienza con uno de los temas que muchos años atrás no dejaba de escuchar como es “Anymore”. El primer tema que no llega firmado por Mendoza es “What did you say” una maravilla que me imagino en las manos de mis venerados Spongetones y no puedo disimular mi pasión por los chicos de Liverpool mientras sonrío. Otra de las canciones favoritas de estos chicos es “Mad about town” que apareció en su primer lp para Hi Lo Records en 1986, editada, curiosamente en Inglaterra antes que en los Estados Unidos. Cerrando, otra pieza de pop lleno de brillo firmada por Kevin Ring aunque en esta grabación el sonido no hace honor a tan magnifica canción. Mientras los temas suenan me pongo en situación con las notas en donde unos chavales a finales de los 70’s, metidos de lleno en el instituto, con sus dramas de quinceañeros y la locura de hacer una banda dejaron trabajos como estos. Mas tarde verían sus canciones editadas en medio mundo en sellos como Detour, Get Hip, Susstones, Cheap Rewards y como no, Snap! que no hace mucho puso en circulación otro 10” de estos muchachos con las grabaciones para el programa de radio de Tim Pyles.
El volumen 2 está dedicado a The Event, unos tipos flipados por el Freakbeat que también en sus días de escuela, a mediados de los 80’s, lo hacían de la misma forma con The Jam, Chords o Merton Parkas. Son los discos de un hermano mayor los que, a base de escucharlos, hacen mella en la personalidad de estos chavalines, una historia que se repite y se repetirá siempre. En esos años de absorción musical descubren a Small Faces, Who , Milkshakes, Prisioners y el sello Bam Caruso un referente para muchos de nosotros y que a estos chicos les abrió los ojos al escuchar las maravillas que nos descubría la serie Rubbles (IMPRESCINDIBLES cada uno de sus volúmenes). Con esa bandera crean un sonido en aquellos años que los ponía en otra liga y que Greg Shaw olfatea rápidamente sacando un único lp en su prestigioso sello Voxx, que es el legado que este cuartero dejo, como bien decía Mike Stax en las notas de aquel lp, su sonido era muy diferente a lo que se estaba cociendo aquellos años en la “escena”, muy mods para los amantes del 60’s punk y muy sixties para los amantes del power pop.
Este diez pulgadas lo abre una magnifica versión del “Jagger Time Lapse” de John’s Childen que ya apareció en su único lp, tema que da paso al tarro de las esencias pop firmado por bandas como The Game y su “It’s shocking what they call me”, The Birds y su brutal “You’re on my mind” , The Eyes con su “You’re too much” incluso Chuck Berry que saquean con total desparpajo como si unos primerizos Stones sacaran brillo a su mítico “Let it rock”. La cosecha propia llega de la mano de “Pop-think-in” que también abría la cara b de su lp y que aquí encontramos en dos tomas diferentes así como “Baby you hurt me” un azote de desparpajo que haría palidecer a los mas pintones de la época. Un documento para atesorar mientras Bickerton prepara nuevas entregas y yo juego a la ruleta rusa con balas marcadas con Trebels, Mystery Machine o Barons entre otros.
El amigo Mike Morris deja en el buzón de
este garage una bala de punk de garage firmada por su banda The Thingz que
desde Long Beach (California) están trabajando en un nuevo álbum. Este “Just in
time” recoge lo mejor de las bandas que a finales de los 80’s nos volvieron locos a muchos chavales. El nuevo disco contendrá 11 temas propios y
dos versiones pero, de momento, para ir abriendo boca escucha este “Just
in time” en su bandcamp
Cada
nuevo disco de este combo francés es recibido con verdadera excitación en este
tugurio. Hace meses que State anunció este artefacto y tras una impaciente
espera ya está girando en la tornamesa y lo que los altavoces escupen son
vibraciones de esas que no pasan sin dejar huella. Agarran el “Milk Cow Blues”
y lo explosionan como certeros artificieros, sacando lo mejor de semejante
cartucho. Por un lado parecen los mismísimos MC5 a hostias con los Pretty
Things en una orgia con los Blues Magoos y los Amboy Dukes, una versión que
electriza antes de que el diamante se pose sobre el vinilo. Dando la vuelta a
este artefacto nos topamos con “So long” de firma propia , otra bomba desmesurada
de intensidad por la que los Chesterfield Kings hubieran vendido su alma al
diablo. Un single apabullante en todos los aspectos.
En esta iniciativa llamada Music for
Gloves hemos querido dar a conocer uno de los temas que viene incluido en
el próximo álbum de Bang 74. El trió
de Ferrol tiene su propio ritmo y tras siete años de espera entregan una
colección de temas en donde vuelven a demostrar su buen hacer para crear
canciones, Este “All Straight Ahead” es una muestra de lo que puedes encontrar
en “Let it drift” (su segundo disco grande) un tema de pop cargado de rock and
roll, con infinidad de influencias y a su vez con personalidad propia, una puta
maravilla comprimida en 111 segundos. Este álbum será co-editado por Snap!
Records, New H Records y KOTJ Records en las próximas semanas. Escuchen y no si
creen que esta iniciativa merece la pena aporten su pequeño grano de arena,
muchos seres humanos lo agradecerán.
Niño
Zombie es un pequeño homenaje que hacemos a Antonio Galvan Lopez y Parade. Sus
canciones significan mucho para ellas ya que han inspirado la mayoría de sus
letras y le han transportado a mundos sin igual donde vivieron aventuras fantásticas.
“Para nosotras “Niño Zombie” siempre ha sido una canción muy especial. Desde que
Tamu Tamurai nos la dio a conocer siempre nos ha acompañado en momentos buenos
y no tan buenos. Quizás, porque nos describía en cierta manera y porque hace
referencia a parte de nuestro dia a dia”. En esta ocasión han participado Asie
Azparren con el violín, Nicolás Ruiz al bajo y Marina Franco con la trompeta.
En la producción han tenido la suerte de contar con Guillermo Farré.
Cuando todo el mundo se esta
volviendo majareta con los discos de otras bandas de este mismo sello, mi
queridos RebelSet se mueven en las
sombras con un disco sobresaliente lleno de personalidad .Sus discos son una
locura de influencias, de sonidos y de ideas y este no es menos, bajo las
ordenes de Matt Rendon (Resonars) escupen diez disparos de punk rock de garage
que te dejan temblando si no tienes la mente cerrada a cal y canto a un sonido
predeterminado, temas como “Until it’s done” con las guitarras haciendo un
guiño a Ron Asheton desde el garage,la
irresistible “Sunday Driver” que pide ser pinchada en bucle, el azote del
órgano de Katie es una constante en esta
banda y en temas como “Make it clean” juega a la perfeccion con el particular
sonido de la guitarra de Joe Zimmerman,“Ready to go” y “Figured Out” suenan con contundencia y tienen la
inquietud de los primeros trabajos de Yard Trauma, “What to do” tiene la firma
de Mr Rendon en las melodías de guitarra , “Soul patch Adams” es la perfecta
banda sonora para marcianos como yo, tras sonar “Got your picture” que cierra
el disco no puedo resistirme a volver a pincharlo y dejar que estos chico me
achicharren las pocas neuronas sanas que me quedan, los reconozco, adoro a
Rebel Set. (Oscarkotj-2020)
De las cenizas de Missing Souls
surgieron Jack Cades, La Chica Ye- ye,
Horsebite y este artefacto protagonizado por Ian Kay, un single que
desprende magia a lo largo de los surcos “A man like me” es pop en estado puro
que parece ejecutado por unos Creeps apaciguados dibujando escenas de baile en
una película pop facturada décadas atrás,
“Ain’s comin’ home” surge de los ecos del “For your love” y repasa todas
la lecciones que Graham Goulman impartió
en manos de Herman Hermits, Hollies y la cuales han marcado a Ian, que en esta
composición brilla con luz propia en una impagable cara b.
¿Quien
coños es Marc Jonson? y quienes son esa Compañía de Sueños Ilimitada que le acompañan?. Hasta la fecha ni puta idea, pero cuando uno
se topa con un titulo tan rotundo no puede por menos que picar y lo que suena
es un certero disparo de power pop que no eres capaz de sacudirte de la cabeza.
En la cara b otro titulo que me atrevería a afirmar que todos hemos sentido mas
de una vez como es “I don’t wanna go to school today” que, musicalmente, sigue
la estela de los rompecorazones de Tom Petty. Y es que uno no puede mas que alegrarse por añadir a su
colección una pieza de poco mas de un euro con dos joyas como canciones.
Acerca de
Marc Jonson, investigando, descubro que en 1972 edito un álbum para Vanguard
Records, reeditado por Munster Records. Folk rock en vena, mano a mano junto
a Nick Drake con el que piso las mismas tablas que Bob Dylan en el Greenwich Village Club y que desde entonces ha estado
entre las sombras de multiples proyectos propios y ajenos. Sin parar de
investigar lo encontramos en discos de Willie Nile, Robert Gordon, Dave Edmunds, Paul Butterfield o
Smithereens, además de formar parte de las bandas sonoras de películas como “Buscando a Nemo”, “Cars” o “Ratatoulle” !ahí es nada amigo!. En este disco se hace
acompañar de tres Santanderinos a los que no perder la pista.
Tommy Reltone es el anagrama de Tommy
Lorente, nuestro ídolo
francés del powerpop, que está felizmente de vuelta con un single coeditado por
KOTJ y Snap!! en España y por Yaourt Productions en Francia. Si algo no se le
puede reprochar al bueno de Tommy es que peque de autocomplacencia, ya que en
sus diferentes trabajos huye del encasillamiento, a pesar de moverse en unas
coordenadas sonoras muy determinadas, y se esfuerza en que cada canción que nos
entrega suene diferente a la anterior.
"Ta Voisine Hélicoptère" y "L'Anniversaire" son los dos
cortes que conforman esta nueva referencia y no son una excepción a esa máxima,
en ambas, la guitarra de Tommy suena más 60's que nunca, introduciendo
claramente matices que en otras composiciones suyas tan sólo se adivinaban.
Puede ser la evolución coherente y lógica que suceda al magnífico disco que nos
regaló el año pasado junto a la Cavalerie, un CD grabado a la antigua usanza,
urgente, instantáneo, y en el que asomaba la faceta más pub rock del francés.
Sea como fuere, demos la bienvenida a otras dos grandes canciones que engrosan
la impoluta hoja de servicio de Tommy Lorente, Reltone en esta nueva
encarnación, dos pepinazos rebosantes de energía, aunque sin perder de vista la
melodía, que dejan bien claro que cuando se trata de meter una marcha más y
sacar a relucir el lado salvaje, Tommy también anda sobrado de talento. Por
ahora, nos quedamos con ganas de más y con la duda de si Reltone sustituirá
definitivamente a Lorente o si se trata tan sólo de un genial ataque de locura
transitoria. Mientras despejamos la incógnita, disfrutemos en bucle de este
artefacto. Magnifique. (Binguero -2019)
Según Wikipedia fue un 14 de diciembre de 1979 cuando se editó
el disco que hizo eternos a The Clash,
el afamado “London Calling”, aquel
disco de portada impactante, con la fotografía del bajista de la banda
rompiendo sin piedad su bajo, y rodeado
del grafismo de Raw Lowry, inspirado
en el primer disco de Elvis Presley, lo cual supe años después de casualidad, igual
que por azar supe que Pennie Smith, autora
de la fotografía de Paul Simonon (bajista) tomó la misma en una actuación de la
banda en el Palladium de New York, y pese a la inicial
reticencia de la fotógrafa por evitar que una fotografía imperfecta y de poca
calidad fuera la imagen de la portada, la misma se convirtió no solamente en su
portada sino en una imagen icónica con el paso del tiempo. Pero ya digo que
todos los alrededores o dimes y diretes del disco los fui conociendo mucho después y que hoy en
día están al alcance de todo el mundo vía internet. Y tampoco debemos olvidar
que hubo una época en que ni los discos, ni los libros, ni las películas,se
editaban o proyectaban simultáneamente en todas partes y que en provincias llegaban
cuando llegaban, que eso de la inmediatez es algo bastante reciente y no
existía en el siglo pasado. La verdad es que hemos perdido la paciencia a la
vez que nos hemos dejado aparcada la capacidad de disfrute, aunque tal vez
solamente sea una reflexión personal llevada por el paso del tiempo, que ya tengo
una edad.
Para mí, el afamado “London Calling” se editó en junio de
1980, cuando con mis pipiolines quince años fui al kiosko a comprar el número quincenal
de una revista con forma de periódico que se llamaba Disco Actualidad, una revista que venía “de provincias”, si con Zaragoza
podemos usar ese término, que comparado con mi pueblo es mucho comparar. Debo
aclarar y recordar, aunque la memoria suele ser bastante tramposa, que en
aquella época uno llegaba al kiosko a comprar algunas revistas que no me
acababan de convencer, ya que Popular 1 y
Vibraciones, me parecía que estaban orientadas
hacia un público de más edad que hacia las ensoñaciones de un quinceañero, en
resumen, demasiado Led Zeppelin o Lou Reed, y poco Graham Parker o Nick Lowe, como
representantes de todos aquellos sonidos con que uno se alimentaba en las
noches de Radio 3 desde el verano de 1979, gracias al Popgrama del UHF que nos avisó de la emisión a nivel nacional de
una radio que ponía cosas que a uno le parecían más frescas y acordes con mi
despertar juvenil. En fin, supongo que el Disco
Expres, Sal Común y otras revistas de la época me parecerían más jipiosas,
y no recuerdo comprarlas en su momento, demasiado Frank Zappa. Así que en el
kiosko me topé con una portada en la que el presente se enfrentaba con el
pasado: The Clash versus The Rolling Stones, que merecería unas
líneas el asunto, pero en aquel instante uno por edad y por todo estaba del
lado de los desconocidos TheClash,
sin dudar ni un segundo, pese a no haberles escuchado nunca.
En su interior había un artículo
central a doble página, cuyo título ya me hizo salivar, eso seguro. “El rock´n´roll de 1.980se llama The Clash”.
¿Qué más puede fantasear un provinciano quinceañero para sentirse bien o reafirmarse?.
En palabras del siglo XXI o tal vez del XX, pero no desde luego de principios
de los ochenta, ese titular era una promesa de ser in, cool o estar en la
pomada, y yo con quince años, wow. El artículo venía firmado por un señor
llamado Diego A. Manrique al que
veía en el UHF compartir con otro señor que me caía muy bien, Carlos Tena, la presentación de Popgrama, y esa cabecera mítica.
También guardo un recuerdo un poco entre nieblas de ver por allí a Ángel Casas, pero me parecía más señor
todavía y ya confundo y mezclo con sus años posteriores en Musical Express, pero el recuerdo es de mezclarse un poco todo. Era
la televisión musical que teníamos, era la prensa musical que teníamos y era la
vida que teníamos muy a principios de los ochenta. Recuerdo con meridiana
claridad leer el artículo y mi corazón empezando a bombear sangre porque Diego“escribía” para mí, exclusivamente
para mí, y me comentaba como una confidencia que esa banda desconocida para
servidor, The Clash, habían editado
su tercer disco, “London Calling” y
que aquel disco era nuestro presente en aquellos momentos.
La reacción fue inmediata al leer el
artículo de Diego A. Manrique, salir
a la calle a buscar aquella ambrosía que me auto-prometía situarme en el centro
de algo más importante que la vida, pecadillos de juventud. Supongo que para
alguien capitalino, o de una urbe con proyección es muy complicado entender que
los provincianos además de nuestras taras naturales tenemos la tara en los
genes del provincianismo, de difícil cura. Creo que casi todos los que puedan
leer esto en algún momento de sus vidas habrán vivido historias similares,
cambiando lugares, nombres o urgencias. Hay discos que uno recuerda
perfectamente dónde los ha comprado, y tiene una conexión emotiva con ese
recuerdo. Es por ello que seguramente habré olvidado muchas cosas, muchos días,
muchas personas, seguramente importantes, pero no puedo olvidar que me compré “Candy O” de The Cars en Música Y
Quinielas, esa tienda que había que bajar en la esquina de la Plaza Mayor
de mi pueblo, o que en Videosón, que
sigue existiendo en la calle López Gómez me compré “The River” de Bruce
Springsteen, o que me compré en la histórica Discos K de la calle Esgueva “La
Ley Del Desierto/La Ley Del Mar” de Radio
Futura, o en la planta baja de los Almacenes
Marny de la calle Regalado, en una esquina que tenían en la planta baja, me
compré el single, con el poster, de “Horror
En El Hipermercado”Alaska Y Los Pegamoides, o en la vanguardista Discos Foxy del Pasaje Gutiérrez me
compré el maxi de “This Charming Man”
de The Smiths, o que en Galerías Preciados, la de Ruiz Mateos,de
la calle Constitución me compré “El
Último Bar” de Mamá, y que,
llegamos al lugar que queríamos llegar, en Músical
2000 de la calle Padilla me compré una mañana de sábado el mitificado en mi
cabeza “London Calling” de The Clash, el disco predestinado a
cambiar mi vida, o eso sentí yo al leer el artículo de Diego A. Manrique.
La verdad es que el reclamo de “2 CREETELO!! PAGA UNO LLEVATE DOS” no
era lo más importante para la adquisición, pero ayudaba, además de añadir un
halo de honestidad, desinterés comercial, credibilidad y autenticidad por parte
del grupo, que así era uno de ingenuo. Todo lo cual hacía aún más atractiva la
escucha de un grupo que estaba predestinado a pertenecerme, como orgullosa muestra
a todo lo establecido o lo que sonaba mayoritariamente en las radio fórmulas de
la época, que se resumía en lo que ponían en Los 40 Principales o El Gran
Musical, dueños y señores de las bandas radiofónicas de la época. Y dejar
boquiabiertos a los viejales de Jagger
y Richards. Bueno, tengo que mirar a aquella
época, tratando de no ser ventajista, y rememorar que uno había crecido escuchando en
la radio convencional las canciones dedicadas de Karina, Camilo Sesto, Mocedades o Cecilia. La memoria me trae un recuerdo de escuchar un programa en
onda media por las noches, el del Mariscal
Romero, que por aquella época sin la k, ponía mucha música novedosa para mí,
que en su mayoría me sonaban excesivamente pesadas y no me decían casi nada: Emerson Lake & Palmer, Yes, Genesis o AC-DC. Una
mezcla de lo que se conocía como sinfónico, de progresivo y algo de hard-rock,
hasta que una noche esa radio explotó con unhimno que se clavó a fuego lento en mi cerebro, corazón y estómago. Sonó
“I Want You To Want Me” de unos
tipos que no ponía caras ni cuerpos y que respondían al nombre de Cheap Trick, y aquello significó una
patada para alterar mis gustos. Confieso, nunca mejor momento, que yo no crecí
escuchando a David Bowie, Pink Floyd, Sex Pistols, Bob Marley
o Velvet Underground, de los que precisamente
me persiguen dos recuerdos de los que no salgo bien parado. Sobre todo del
primero, y erala sensación que tenía al leer entrevistas con grupos españoles
de mediados/finales de los ochenta en las que siempre hablaban de sus años
mozos y su crecimiento abducidos por la batuta e influencias de la Velvet Underground, Stooges o MC5, lo cual me llevó a cierto complejo por la simple comparación y
es que casi nadie hablaba de las horteradas que yo había escuchado (así debo de
haber quedado afectado). El segundo es cuando un amigo viajó a Alemania, ya
serían bastante avanzados los ochenta, y me dijo si quería algún disco de
aquellas tierras tan lejanas, antes el extranjero era el extranjero y como las
cosas no llegaban al día siguiente todo parecía, y era,mucho más complicado.
Por supuesto le pedí el disco del plátano de la Velvet Underground, aquel del que todo el mundo hablaba maravillas.
Al mes, a su regreso, y como una sorpresa inesperada, porque uno pensaba que
fuera de mi pueblo todo era tan complicado como aquí, me cité con mi amigo enfrente
de la Universidad, tal vez en La Calleja,
o puede que eso ya lo haya trastocado en mi mente, con el disco. Eran otros
tiempos.
¿Y qué tenía “London Calling” en su interior? Supongo que a estas alturas no se
puede descubrir nada nuevo sobre un disco que tenía TODO lo que necesitaba escuchar en aquellos instantes, sin sobrar
ni faltar nada. Un doble disco, con dieciocho canciones rotuladas en la
contraportada y que además tenía un tema sorpresa no reflejado al final de su
última cara, prueba irrefutable que The Clash
no se movían como los paquidermos de la época por el vil peso de las libras
esterlinas, o de esa manera lo interpretaba, que cada uno acomoda los mensajes
a su propia conveniencia. Allí estaban las diecinueve canciones para disfrutar,
para soñar, para volar.Sin duda era el disco perfecto, era mi disco, porque todas las canciones eran perfectas o al menos esa
perfección que mi reducido mundo de provincias necesitaba en aquellos momentos.
El mejor recuerdo que conservo del disco es el disfrute de cada tema con la
inocencia de un recién llegado a un mundo que se abría, es lo de tener la mente
limpia y absorbente, algo que con el paso del tiempo he ido perdiendo, cosas de
la edad. No tengo ninguna duda que es uno de los discos que más veces he
escuchado entero, sin pausas, desde la primera a la última canción. En el
momento que escribo estas líneas estoy empezando la cara tres, y es de los
pocos discos, no creo que pudiera citar más de cinco, que cada escucha tal vez
no me aporte nada nuevo o me descubra algún matiz o diferentes vibraciones,
pero la verdad es que me sigue sin cansar
su escucha, porque todo discurre con una magia similar, aunque lo mismo es mi
subconsciente, a la que provocó su primera escucha y ese momento de fascinación
tras extraer los encartes de las letras y créditos del disco. Tal vez sea una
ficción mentirosa, pero me sigue llevando a ese momento de, ¿lo podemos llamar
candidez?, seguramente. Sigue funcionando como un reloj, con esa mezcla de
estilos que no tenía ni idea de lo que eran, pero con el paso de la aguja sobre
otros discos fui aprendiendo que “London
Calling” tenía rock, pop, himnos, música disco, ska, épica, reggae, punk y
kilos de actitud. Todo mezclado como en una coctelera y al que no se podía hacer
ningún reproche, unos tipos que se movían en todas las piezas con chulería,
desparpajo, y una elegancia rebelde que me hacían sentir una envidia insana, y
es que gracias a The Clash, y
algunos más, recibí la bofetada de la existencia de otros mundos increíbles y
tan diferentes del mundo que tenía a mi alrededor con quince años, que uno era
bastante pavito por esa época. Sigo siendo bastante pavito y sigo teniendo
envidia insana.
Cuarenta años después han pasado
muchas cosas, tanto en lo personal como a una banda, The Clash, que se iba a comer el mundo y el mundo se los zampó sin
piedad, después de tocar el cielo y convertirse en unas estrellas, que todo hay
que contarlo. Después de “London
Calling” nada volvió a ser igual,
ni siquiera parecido. Tanto talento concentrado en un doble disco no se volvió
a repetir, aunque “Sandinista” (un
triple vinilo por el precio de un doble) trató de emular la jugada, según la
fuente citada al principio, Wikipedia, exactamente el triple disco se editó 363
días después de la edición del disco que nos ha reunido. Aquello ya no fue lo
mismo, ni siquiera para los oídos, aún muy novatos, de un dieciseisañero
provinciano. Gran parte de la exuberancia de 1979 había quedado sepultada en
menos de un año. Y es que así es la vida, no lo podemos negar. Y mira que uno
pensó que el tren iba a arrollar a Jagger
y Richards, que el mundo se les iba
a zampar y, vaya tino tuve, siguen comiéndose el mundo. Pero no nos apartemos de
“London Calling” y demos una nueva
escucha a un disco que sigue ardiendo al sonar, y pese a los aniversarios,
sigue prometiendo y trasmitiendo el elixir de algo irrepetible y mágico. Algo
que podríamos asemejar a una conjunción de astros que unen las primeras e
inocentes degustaciones de canciones con sueños adolescentes que finalmente
confluyen en nuestras propias realidades. Ahora llega tu turno de desempolvar
el vinilo, los casetes, el cd, poner el streaming o buscarlo en la red, que las
posibilidades han aumentado tan exponencialmente que uno se paraliza al pensar
si será del mismo modo la forma en que se ha reducido la capacidad de valorar y
disfrutar, pero eso es otra batallita, al fin y al cabo no dejo ser un cincuenta
y cincoañero. (Tomi Diez Madrigal, diciembre de 2019).