Cuando leas
estas líneas ya estará disponible este artefacto y tributo a una de las bandas más
grandes y, a la vez, humilde que ha dado la historia del rock and roll en los
últimos 30 años. Se me hace difícil pensar en alguien que le guste el rock and
roll de verdad que no se haya visto impresionado por la banda de Fred
Cole (1948-2017). No vamos a detallar todo lo que este tipo ha hecho en
el rock and roll, solo decir que Dead Moon con tres acordes te agarraban las
entrañas para ponerte a vivir. No eran la mejor banda del mundo, no innovaban,
no buscaban dar un golpe de efecto, solo enchufaban sus instrumentos y lo que
escupían los amplificadores era AUTENTICIDAD. Solo con esa
presentación es complicado hacer frente al legado que dejaron, infinidad de
canciones que son himnos y una más que atesorable discografía. Este disco sigue
todas las pautas que Ghost Highway puede permitirse el lujo de autoimponerse a
la hora de editar un disco. Un doble diez pulgadas a elegir entre vinilo blanco
y vinilo negro (500 copias de cada edición), IMPRESIONANTE portada abierta a
cargo de Mik Baro acompañado por un poster a cargo de Rui Ricardo,
colaborador del otro sello que edita este homenaje a Fred, Toody y Andrew. En
la parte musical 19 bandas que salvan los muebles con nota pero ¡amigo mío! llegar
a conseguir las sensaciones que transmitía la luna muerta se me hace
prácticamente imposible.
El disco
comienza con una baza segura como pueden ser los Hellacopters que se despachan
“Rescue” con total solvencia llevándose el tema a su terreno. Esa misma premisa
se gastan los Sewergrooves con el “Cloud of dawn”, Sator o Chuck Norris
Experiment con “Dead Moon Night” y “Walking my grave” respectivamente.
La cara 2 la
abren los incontestables Nomads con “Graveyard” y la cierran mis adorados
Monomen con “50-40 of Fight”, dos bandas que en los 90’s ya sentían total
admiración por el trío de Clackamas. Entre medias de esos surcos los Demons
dejan buen sabor de boca con otro clásico como es “Out on the wire”, The
Lovesores con Scott Drake, defienden “My Escape” con solvencia y
con la guitarras a un nivel superior, mientras que The Boatsmen hacen lo propio
con “Kickid out kicked in”.
Sonic Beat
Explosion abren la cara 3 con “40 miles of bad road” para dar paso a una de mis
adaptaciones favoritas en este disco como es la interpretación super personal
que hacen Munlet de “Sabotage”, dando paso a Dirty Coal Train con “The 99’s”
repleto de guitarras mágicas. Completan esta cara La Secta con “Ricochet” y
unos soberbios Buffalo que se marcan un “Dead in the saddle” repleto de
elegancia.
Mary’s Kids
arranca la cara 4, siendo, a mi parecer, el grupo que mejor refleja el
espíritu de la banda homenajeada con un “Ill of the dead” que transmite todo lo
que el trío de Fred era capaz de generar sobre un escenario. Con el
espíritu de los Seeds los portugueses The Brooms se marcan el “Don’t burn the
fires”, el que fuera primer single de la Luna Muerta, con el
que empezaron a escribir su increíble carrera. Desde Leon Holy Sheep miran a la
luna muerta con un intenso “Psychodelic Nightmare” para dar paso a The Suicide
Notes que se pelea con un “Johnny’s got a gun” que hace que sea mi momento
favorito de este disco. Cierra King Mastino con las guitarras en deuda con Ron
Asheton en ese “War is blind” que me hace
volver a poner el primer disco en el plato y volver a repasar cada uno de
los temas aquí incluidos. ..Y uno, de forma impulsiva, empieza a sacar de los
cajones títulos como Destination X, In the Graveyard, Unknown Passage … (Oscarkotj-2019)
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